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Mi pasaje del miedo (relato divergente)

Buenas ^^ Ya se acabaron las vacaciones y hoy os traigo un relato que escribí para un concurso que organizaba el blog de Dos Divergentes Mentalmente Desorientadas y que los que habéis leído el libro de Divergente ya sabréis de que se trata. No hay ningún spoiler del libro así que podéis leerlo tranquilamente aún si no habéis leído el libro (que os  recomiendo porque es genial). El concurso consistía en relatar algunos de tus miedos en forma parecida a como lo hacen los personajes del libro, vas pasando por cada uno de ellos y superándolos para pasar al siguiente. Estoy muy contenta de decir que gané el concurso :D y quiero dar las gracias a Cassia y a Katris por organizarlo. 

Así que ahora, aunque ellas lo han publicado en su blog, os lo dejó yo aquí también para que lo leáis si queréis (y para no dejar la sección de mis historias y otras cosas tan vacía). ¡Espero que os guste!




Mi pasaje del miedo 



Cuando la simulación me absorbe, cierro los ojos con fuerza, preparada para todo, y los abro unos segundos después cuando noto el sabor rancio del aire. Estoy en una especie de cabaña, con las paredes de madera enmohecida, el techo es tan bajo que me obliga a ponerme de rodillas y no hay luz por lo que busco a tientas una puerta, noto una cerradura y un pomo pero está claro que no se va a abrir. Claustrofobia, uno de mis mayores miedos. Intento sacarme una horquilla del pelo para abrir la cerradura pero todas se disuelven entre mis dedos. Me siento, abrazándome las rodillas e intento idear un plan pero entonces el techo baja hasta el nivel de mi cabeza y las paredes empiezan a juntarse poco a poco. Intento estirar las piernas pero no hay espacio, me empieza a invadir la angustia, respiro entrecortadamente y cierro los ojos, intento imaginar un paisaje al aire libre, una pradera y un cielo azul, las paredes me empiezan a hacer daño en los hombros, la espalda y las rodillas y el techo me aplasta la cabeza. Me concentro en recordar los momentos más felices y divertidos de mi vida y me relajo.



De repente, las paredes se disuelven, el aire vuelve a oler a limpio y yo estoy sentada en un taburete, enfrente de un piano de cola, en un teatro enorme y llenísimo de gente rodeándome completamente, hay mucha luz y veo cada rostro tan perfectamente como ellos me ven a mí, hay amigos, familiares, conocidos y gente que no he visto jamás, entonces mis manos empiezan a acariciar las teclas solas, siguiendo la partitura que tengo delante. Al principio todo está bien pero mis manos empiezan a sudar, me equivoco involuntariamente y la música empieza a sonar cada vez peor, más desafinada. Oigo las primeras risas y burlas, los susurros, luego los gritos, los abucheos y las caras de decepción de la gente que conozco, me tiemblan las manos y dejo de tocar el piano. Entonces todos en la sala se levantan y empiezan a reírse de mí, intento secarme el sudor en el vestido pero es demasiado resbaladizo y además me queda grande, el taburete desaparece y me caigo al suelo, el piano también desaparece y me quedo allí, sentada en el suelo, rodeada de gente, todos riéndose, abucheándome y tirándome cosas, sé que estoy roja pero solo hay una manera de superar este miedo, empiezo a reírme, forzadamente al principio, a carcajadas después, me río con ellos de mi propia torpeza y entonces todos se callan, me miran extrañados y empiezan a irse. Todo lo que me rodea se disuelve de nuevo.

Ahora estoy en una camilla, atada de brazos y piernas y varios médicos sin rostro se acercan a mí con agujas, en una pared hay un monitor que marca mi frecuencia cardiaca y no hay puerta, el primer médico se acerca y me pone la aguja en el brazo, me empiezan a entrar escalofrío y cierro los ojos sin poder evitarlo, ahora respiro muy deprisa y el monitor empieza a pitar. La aguja se clava en mi piel y me invade la sensación más horrible de mi vida. Miedo a las agujas, debería haberlo sabido. Un líquido entra en mi cuerpo y el monitor deja de pitar. El segundo médico se acerca con una aguja aún más grande y me abre los ojos, obligándome a verlo, esta vez se acerca a mi cuello, intento debatirme pero no puedo y acaba clavándome la jeringuilla en la piel. Se me saltan las lágrimas pero sé que tengo que tranquilizarme, cuando se aparta miro a propósito al tercer médico, que se acerca a mi brazo otra vez y la cuerda que me sujeta desaparece, me incorporo y aunque estoy temblando, le ofrezco el brazo y me obligo a no apartar la mirada mientras introduce la aguja en mi piel.



Entonces aparezco en una roca en medio del mar, con una bola de hierro atada a mi tobillo con una cadena. No se ve tierra por ningún sitio, hace mucho viento y las olas son más altas que yo, una de ella me da de lleno en la espalda y caigo al mar, la bola de hierro me arrastra hacia el fondo, intento nadar hacia arriba pero apenas consigo ascender unos centímetros, no veo nada y el sabor de la sal me inunda la boca cuando intento respirar, mis pulmones arden y veo puntos amarillos y blancos por todos lados, me tranquilizo un poco y cuando noto que estoy a punto de desmayarme me impulso y empiezo a nadar hacia abajo lo más deprisa que puedo, la bola de hierro ayuda y yo me hundo cada vez a más velocidad… entonces el agua desaparece y caigo al suelo, todavía con la bola atada a mi tobillo, estoy en un extenso campo de arena y barro, sin ningún rastro de casas o construcciones y oigo disparos detrás de mí, me giro y veo cuatro figuras vestidas de negro, con capuchas y pañuelos que les cubren la cara, me señalas y empiezan a dispararme y a correr hacia mí, están lejos pero van muy deprisa. Empiezo a correr pero el peso atado a mi tobillo hace que me desplace demasiado despacio, mis pies no se mueven, no puedo escapar, estoy histérica, me van a matar, me van a… “No es real” pienso, y hago un esfuerzo imposible por creérmelo, mis piernas no obedecen a mi cerebro y caigo al suelo, golpeándome en las muñecas, sé que no es real pero las balas pasan a mi lado y parecen de todo menos imaginarias. Me obligo a mi misma a levantarme, cierro los ojos con fuerza y me pongo de frente a las cuatro figuras, esperando a que me maten.

Pero el siguiente disparo no llega a sonar. Abro los ojos y estoy de nuevo en la cabaña del principio solo que ahora la puerta está abierta, salgo y me encuentro en una habitación más grande y húmeda, también de madera con varias puertas abiertas que dan a pasillos larguísimos y oscuros, no sé para dónde ir, oigo chirridos de puertas y gruñidos como de animal, me acerco a un pasillo y veo que hay puertas a cada lado, miles de puertas abiertas que dan a más habitaciones oscuras y tenebrosas. De repente oigo algo detrás de mí, me giro y grito. Es una criatura con forma humana pero mucho más delgada que yo, con el pelo largo y grasiento y cubierta de sangre. La criatura gruñe y se lanza a por mí, vuelvo a gritar y la esquivo como puedo, huyo hacia uno de los pasillos y de todas las puertas empiezan a salir más criaturas, con aspecto de muertos, con largas garras y colmillos y todos cubiertos de sangre. Me miran con ojos vidriosos y me acorralan en una habitación, uno se acerca pero consigo apartarlo de una patada, todos gruñen y ríen y se acercan más. Intento correr pero me tienen rodeada, uno se tira al suelo y me muerte un tobillo, haciéndome sangrar, el dolor es insoportable, empiezo a sollozar, hay demasiados, no puedo escapar. Solo tengo una opción, respiro hondo una vez y los miro con decisión.



-No sois reales - digo aunque el dolor del tobillo sí es real. - Fuera de aquí, no sois reales, no podéis hacerme daño.



Consigo decirlo sin que me tiemble la voz y vuelvo a gritarles “¡FUERA!” entonces empiezan a mirarse extrañados unos a otros, se dan la vuelta y se van.



La habitación se emborrona y aparezco de nuevo en la sala de paredes blancas del pasaje del miedo.






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Pues bueno, espero que os haya gustado. Como premio recibí el libro de Hush hush es formato pdf, un banner y una firma que me encantó y que a partir de ahora usaré siempre en las nuevas entradas del blog. ¡Un beso!